En la entrevista a Alejandro, cofundador de Yourstep, aprendimos todo lo que hay detrás de un verdadero MVP a través de su aplicación de productividad para estudiantes. Lo que comenzó con un enfoque hacia colegios terminó transformándose en una herramienta mucho más útil al dirigirse a estudiantes universitarios que de verdad encontraban valor en Yourstep para planificarse sus estudios. La experiencia de Alejandro contiene lecciones sobre cómo los product managers pueden adaptarse, validar problemas y ajustar su solución una vez que han encontrado al segmento adecuado.
Todo empezó con un colegio
El equipo de Yourstep comenzó dirigiéndose a colegios como su público objetivo. La lógica detrás de esta decisión era sencilla: las instituciones escolares necesitan herramientas para mejorar la organización de los alumnos, y los colegios privados parecían dispuestos a innovar en este aspecto. Así, Yourstep encontró su primer cliente B2B en un colegio en Córdoba.
Sin embargo, no consiguieron que el producto lograra alcanzar el nivel de uso esperado. Alejandro y su equipo se dieron cuenta de que, aunque el equipo de dirección del colegio mostraba interés, los verdaderos usuarios, los estudiantes de secundaria, no compartían el mismo entusiasmo. De hecho, en una conversación con un estudiante de tercero de la ESO, este admitió que la app le había recordado una tarea importante, pero en lugar de actuar, decidió seguir jugando a videojuegos. Este tipo de situaciones reflejaban que el dolor del usuario no era lo suficientemente fuerte para justificar el uso constante del producto.
Para Alejandro, este fue un momento clave para entender que tenían que pivotar.
Un pivot camino hacia la universidad
A finales de 2022, tomaron la decisión de pivotar hacia un mercado que, aunque más complejo, presentaba un problema de organización mucho más acentuado: los estudiantes universitarios. A diferencia de los estudiantes de secundaria, los universitarios necesitan herramientas para gestionar no solo su vida académica, sino también su autonomía personal.
En abril de 2023, lanzaron un MVP adaptado a este nuevo segmento. La respuesta fue mucho más positiva. Los estudiantes no solo descargaban la app, sino que interactuaban regularmente con ella, confirmando que el problema de organización era real. Aunque aún no habían dado con la solución perfecta, habían validado un problema urgente y claro: los universitarios requerían apoyo para gestionar su carga académica.
Validar un problema no es el dilema del huevo o la gallina
Uno de los aprendizajes clave que compartió Alejandro es la importancia de validar el problema antes que la solución. Durante su fase inicial con colegios, el equipo cometió el error de desarrollar funcionalidades en función del feedback de los profesores, sin darse cuenta de que estos no eran los usuarios finales. El resultado fue un producto que, aunque contaba con características solicitadas por el cliente (los colegios), no satisfacía las necesidades de los usuarios (los estudiantes).
El pivot hacia universitarios permitió al equipo centrarse primero en entender el problema: los universitarios no disponen de herramientas efectivas para organizar su vida académica. Con el problema bien definido, el siguiente paso fue iterar sobre la solución, ajustando el producto con base en los datos y el comportamiento de los usuarios. Alejandro destacó cómo el análisis de datos y la observación de métricas clave como el engagement diario les permitió adaptar la solución con mayor precisión.
Cómo aplicar esto en tu día a día
La experiencia de Yourstep resalta dos lecciones fundamentales para los gestores de producto:
Validar el problema antes de construir la solución: Antes de invertir tiempo y recursos en desarrollar un producto, es crucial asegurarse de que el problema que intentas resolver es real y significativo para el usuario final.
Conocer a tu usuario: No siempre el cliente es el usuario. En el caso de Yourstep, los colegios mostraban interés en el producto, pero los estudiantes no lo utilizaban. Fue solo al cambiar su enfoque hacia universitarios que encontraron a un usuario que realmente necesitaba la solución que ofrecían.
En producto nos cansamos de repetir la importancia de tener un problema bien definido, pero la realidad es que resulta más fácil desarrollar funcionalidades para vender o extender una visión que el usuario no ha comprado. Esto se debe a que muchas veces el problema no existe. El niño de 14 años no tiene un problema de organización, tiene un problema de motivación. Aunque seas capaz de identificar que el estudiante no está dedicando suficientes horas, lo importante es entender el motivo que hay detrás para que tenga esa conducta.
Y tú, ¿cómo de claro tienes el problema de tu usuario?
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